Decimonoveno Domingo del Tiempo Ordinario
La segunda lectura de Pablo a los Efesios habla de perdonarnos unos a otros. Me recuerda la frase del Padrenuestro: “Perdona nuestras ofensas como nosotros también perdonamos a los que nos ofenden”. (Mt 6,12) Podrías leer esa línea como una advertencia de que Dios sólo perdona a quienes perdonan a otros. Pablo invierte ese significado condicional al decir que perdonamos porque Dios ya nos ha perdonado a nosotros. Entonces, ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?
En cierto sentido, ambas cosas son necesarias: Jesús murió en la cruz para mostrar que Dios perdona incluso los pecados que aún no has cometido. Pero Dios no nos impone su perdón. Es un don, entregado gratuitamente. Tenemos que querer ser perdonados y aceptar ese don de Dios. Y también tenemos que estar dispuestos a perdonar a quienes nos han hecho daño. Hay muchas maneras de hacerlo.
Una es perdonar de corazón. Por lo general, eso es fácil de hacer para alguien que amas. Sabes que no quisieron hacerte daño y por eso no te enojas con ellos. Y si realmente perdonas, no estarás pensando en cuánto te debe esa persona por el dolor y qué puedes obtener de ella. Si no amas a quien te lastimó, aún así necesitas perdonar para poder dejar de lado el dolor. (¡Y ser perdonado por no amar a tu prójimo!)
Pablo también nos dice que dejemos de lado la amargura, la ira y los gritos. En lugar de vengarnos, se nos dice que seamos bondadosos y compasivos (Efesios 4,32). Podemos dar el siguiente paso después de perdonar de corazón: mostramos el perdón con las acciones. A un amigo o familiar podríamos darles un abrazo; a otros les podríamos dar un apretón de manos o decirles palabras de perdón. Si la persona que te hizo daño insiste en compensarlo, acepta su regalo con gracia y recuérdale que está perdonada; es posible que ellos tengan que hacer reparación para poder perdonarse a sí mismos.
Jesús mostró cuánto Dios quiere perdonarnos con su muerte en la cruz. Debido a que somos perdonados, podemos perdonar a los demás. Así que, si bien el amor y el perdón de Dios son siempre lo primero, debemos poder perdonar a los demás para poder aceptar el perdón de Dios.
Tom Schmidt