XXI Domingo del Tiempo Ordinario.
Si quiere iniciar una pelea, intenta decirle a tu esposa que la carta de San Pablo a los Efesios dice que ella debería estar de acuerdo con todo lo que dices. Estoy seguro de que mucha gente ha sacado de contexto la frase acerca de que las esposas son sumisas a sus esposos. De hecho, la primera frase dice que ambos deberían estar subordinados el uno al otro. (Efesios 5,21) Y aún más importante es el último versículo: Pablo dice que en realidad está hablando sobre Cristo y la Iglesia.
Entonces, ¿qué nos muestra Cristo a nosotros, los hombres, acerca de estar subordinados a nuestras esposas? Pablo menciona el ejemplo principal: Cristo entregándose por ella (la Iglesia) se refiere a su muerte en la cruz. “Entregado” es un término bíblico que se refiere a la entrega de Jesús para ser crucificado. Se lo dejó aún más claro la noche antes de morirse: lavó los pies de sus discípulos y les dijo que hicieran lo mismo unos con otros. (Jn 13,14-15) Si alguna vez el párroco te ha lavado los pies el Jueves Santo y te sentiste humillado por esa experiencia, ¡imagínate cómo se sentiría que el Hijo de Dios te lavara los pies!
¿Aún no estás seguro de que la subordinación sea una cualidad mutua en el matrimonio? Pablo explica que el matrimonio es el mejor ejemplo de “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Cita Génesis 2,24 acerca de dos personas que se convierten en un solo cuerpo. Así que el amor por ti mismo ahora se convierte en amor por tu cónyuge. ¿Amo tanto a mi esposa que lo que ella necesita es tan importante para mí como lo que yo necesito? ¿Estamos dispuestos a escucharnos y apoyarnos unos a otros? ¿Nos animamos y apoyamos unos a otros en nuestros quehaceres y debilidades? ¿Apoyamos la fe del uno al otro? Señoras, háganse las mismas preguntas.
La conclusión de Pablo es que el matrimonio es una señal de lo que debería ser la Iglesia. Si alguna vez quieres saber cuál es el amor de Cristo por su Iglesia, mira cómo se aman una pareja en un matrimonio fuerte. Y si quieres tener un buen matrimonio, ámense unos a otros como Cristo los ama.
Tom Schmidt